La Perla de la Unión. Un Simbolismo Universal.

La Perla de la Unión. Un Simbolismo Universal.
La "PERLA DE LA UNIÓN". Si todos aunáramos Creencia, en un Ser Único, sabiéndonos parte de Él mismo, la vida cambiaría.

viernes, 16 de mayo de 2014

LibrOviedo -Feria del libro de Oviedo, con la Asociación de Escritores de Asturias.



Ayer, en la Feria del libro de Oviedo -LibrOviedo-, invitados por la Asociación de Escritores de Asturias, -a la que tengo el honor de pertenecer desde hace muchos años- y con la presencia de nuestro Presidente, D. Armando Murias,  hemos presentado nuestros libros recién salidos de la Editorial, tres Autores.
A continuación, leímos unos relatos que debían de hacer mención a la Ciudad de Oviedo, aquí os lo dejo. Una tarde preciosa, llena de literatura, de Amor y de Vida. Al finalizar el Acto, hemos sido invitados afirmar en el Libro  de "LibrOviedo"

En la Catedral


¡No puede ser!  … ¡Socorro! 

Vuelvo a gritar mientras incapaz de pensar intento girar sobre mí misma…

Todo está oscuro... cierro los ojos y extiendo las palmas hacia uno y otro lugar.

¡Me he quedado encerrada en la Catedral de Oviedo! Tal vez, absorta en la contemplación de las diversas imágenes, de los diferentes estilos entre una y otra época … absorta también en mis pensamientos sobre tanta reliquia y tanta historia; contemplando  cómo se besan el Gótico, el Románico, el Prerrománico incluso el Renacentista y el Barroco… perdí la noción del tiempo, ante la historia y la belleza aquí mostrada.
¿Por qué no me han visto antes de echar el cerrojo? ¿Me habré escondido yo para vivir esta experiencia sin darme cuenta tan siquiera?
Me aturdo. Tropiezo. No encuentro nada en qué apoyarme ¿me desmayaré?

No sé si pasa el tiempo o no, perdida en mí perdición…

Abro mucho los ojos… ¿qué vislumbro?

 Mis pupilas se dilatan,  se dilatan y aparece una tenue percepción.
Escucho el sonido de una nota: “la”… o ¿es “do”? Alguien toca el Órgano… o soy yo quien escucha notas sin existir sonido alguno? Pero… resuenan contra las paredes, las estoy oyendo en todas partes… aquí, allá.
Visiono, como flases inconexos, la cruz de los Ángeles. También la cruz de la Victoria… les pido ayuda…  ¡a gritos!.
¡Ayuda! ¡Qué alguien venga a buscarme!
El móvil… ¿por qué no fui directa a buscar mí teléfono?
Sigo en esa penumbra pegajosa  de acá para allá, intentando encontrar el bolso del que me despojé del susto, al verme sola.
El aturdimiento decae, no sé cómo, al compás que parece pasar el tiempo. Me reclino en el suelo helado. No encuentro banco alguno…  Toco la piedra. Percibo la vibración de la vida en ella. No me importa si está fría o húmeda. No me importa si tiene marcas de pisadas. Solo me voy acuclillando.
 Ante mí, aparece una cortina que poco a poco se despeja, y ya reina la penumbra clara. Mis ojos miran, han aprendido a mirar en lo oscuro… ¿O es que ya está amaneciendo?
Curiosamente, este corazón mío, que trotó en zozobra, ahora ya calmo, me dice que no tema.
Comienzo a percibir energía de positivismo. Y curiosamente, despierto a la realidad de esas palabras dichas:
“Para valorar la Luz es necesario haber conocido la oscuridad”.